A S.
Fue un sitio que encontramos por casualidad, al buscar las opiniones de la gente sobre este restaurante decidimos comer en el, y desde luego, fue todo un descubrimiento y acierto, no pudimos haber elegido mejor. Todo lo que comimos estuvo de 10, el sabor de la paella fue excepcional, al igual que el de las croquetas. La atención de los camareros fue estupenda, el local es muy bonito y acogedor, lo cual eso ayuda a estar a gusto y cómodo. Para mí la experiencia de 10 y sin duda un sitio que repetiremos cuando volcamos a Málaga. 100% recomendado, mil gracias!!!
E A.
Este año hemos elegido Málaga como nuestro destino vacacional, y la verdad es que ha sido todo un acierto. Este sitio me llamó la atención nada más llegar, y al final hoy hemos decido ir. El restaurante es muy bonito, mi madre y yo nos hemos decantado por la paella de marisco y mi hermana por los chipirones a la plancha. Todo buenísimo. Sobre la paella, ha estado todo en su justa medida, con un sabor muy intenso y sobre todo para nada pesado. Somos del País Vasco, de buen comer y se agradece comer tan agusto. Os lo recomiendo.
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Del primer momento la atención no fue buena, la tapa estaba súper buena lo que fue la paella no estaba tan rica como lo esperábamos 4/10, nos han traído un pan para dos personas luego hemos pedido más y no los han cobrado cuando deberían colocar un pan por persona y he notado que la mesa que teníamos de un lado si le habían colocado sus dos panes 🤦🏻♀️🤷🏻♀️ No lo recomiendo se encuentran mejores por la zona.
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Estábamos buscando dónde podiamos probar el postre de crema catalana, las cafeterías no lo sirven, así que esperamos a que abrieran el restaurante y llegamos exactamente a las 12. Para nuestra sorpresa, el camarero dijo que no se podía pedir solo postre y café, sino que había que pedir el almuerzo, es la primera vez que escucho eso. Puedo pedir cualquier cosa del menú e insistimos en salirnos con la nuestra, no tenían prisa por servirnos, a pesar de que éramos los únicos visitantes. al final lo intentamos de todos. Nos quedamos allí media hora, era un día laborable, entraron varios clientes de la calle después de ver nuestro postre. Esta actitud hacia los clientes me impactó, aunque sé que allí la cocina es buena.
Como jurado del Black Pearl Restaurant Guide, mi labor consiste en evaluar no solo la propuesta culinaria, sino también la coherencia del servicio, el respeto por el producto y la experiencia integral ofrecida al comensal. El restaurante goza de una ubicación privilegiada: su terraza, con vistas directas a la catedral, ofrece un entorno arquitectónico y sensorial excepcional, lo cual predispone favorablemente al visitante. No obstante, durante nuestra visita se identificaron varios aspectos que comprometen seriamente la percepción de calidad. En primer lugar, observamos una inconsistencia en la atención básica: mientras a otras mesas se les sirvió pan de cortesía al inicio, en nuestro caso no fue ofrecido, y al solicitarlo, la respuesta del personal fue distante, rayando en la indiferencia. Este tipo de trato desigual, aunque posiblemente no intencionado, genera una sensación de exclusión que es incompatible con los valores de hospitalidad que debe sostener cualquier restaurante aspirante a la excelencia. En segundo lugar, la paella de mariscos —un plato que por su identidad y simbolismo requiere un cuidado riguroso— presentaba un langostino rojo visiblemente deteriorado, con textura y olor que sugerían una falta de frescura inaceptable. La presencia de un marisco en mal estado no es un detalle menor, sino una alerta crítica que afecta directamente la confianza del comensal en el conjunto de la propuesta gastronómica. En suma, el restaurante posee condiciones objetivas para destacar —por ubicación, por concepto y por ambiente—, pero la ejecución actual, tanto en cocina como en sala, presenta deficiencias que deben ser abordadas con seriedad si se aspira a formar parte de un circuito gastronómico de alta calidad.